1 de abril de 2011

Como educadores ambientales debemos sembrar la esperanza

Miguel Ángel Arias Ortega

(Palabras en la ceremonia de celebración de la x generación de estudiantes de la maestría en edución ambiental de la upn-095)


Buenos días a todas y todos.
Estimados colegas del presídium, estudiantes y familiares.

A todas y todos ustedes estudiantes, gracias por la deferencia que hacen a mi persona y a la del Mtro. Oswaldo Escobar, para ser sus padrinos de esta, la Décima Generación de Estudiantes de la Maestría en Educación Ambiental de la Unidad UPN-095.

Gracias también por haber pospuesto este importante evento para que yo estuviera presente. Lo valoro y aprecio

Mal comienzo, decía mi abuela, porque empiezo con confesiones:
Confieso que la Palabra Padrino me es poco cercana, y por ello, me puse a investigar cuál era su significado.
Encontré que proviene del Del lat. *patrīnus, de pater, patris).
1. m. Hombre que tiene, presenta o asiste a otra persona que recibe el sacramento del bautismo, de la confirmación, del matrimonio o del orden si es varón, o que profesa, si se trata de una religiosa.
2. m. Hombre que presenta y acompaña a otro que recibe algún honor, grado, etc.
3. m. Hombre que asiste a otro para sostener sus derechos, en certámenes literarios, torneos, desafíos, etc.

Me quedo con la segunda… alguien que acompaña a otro a recibir un honor, un reconocimiento, y eso es lo que hoy en día celebramos todos juntos. El haber concluido con éxito un momento más de su formación, uno más sin duda, pero uno de gran trascendencia para su vida actual y futura, porque como se los compartí hasta el cansancio… cuando ustedes obtengan el grado… nadie jamás se los podrán arrebatar, morirán con él y será para siempre motivo de admiración para ustedes y para quienes estén a su lado.

No voy a dar un discurso, ni mucho menos un sermón… la única intención de estas breves líneas, es formularles una invitación.

Hoy en día los invito a que escuchemos, a que escuchen al “otro”, a los “otros”, a escuchar a esta sociedad que agritos nos pide que las cosas sean distintas… que ha llegado hasta el hartazgo de cargar siempre con problemas, con problemas como la violencia, la inseguridad, la codicia, el despilfarro, la corrupción, el egoísmo, el abandono y el ocultamiento. Y que con múltiples imágenes y situaciones nos ha dicho… no puedo más, aún cuando en muchas ocasiones estén cubiertas con un manto de negación e indiferencia.

Pero la invitación a escuchar no se concreta únicamente a captar sonidos, ni mucho menos a quedarnos en la pasividad, la cual tiene una gran dosis de complicidad, ¡No! Es una invitación que ante todo busca que cada uno de nosotros tenga un sentido claro y profundo, de que las cosas pueden cambiar, de que es posible un futuro distinto para todos nosotros.

Hoy en día como educadores ambientales estamos llamados a jugar un papel importante en la construcción de ese futuro, porque debemos sembrar la esperanza… soñar e imaginar que las cosas pueden ser distintas; convencer y convencernos de que el trabajo en las aulas y fuera de ellas, contribuye a construir nuevos proyectos de vida. Si no logramos eso como educadores, ya no habrá nada que lamentar, porque todo estará perdido. Recordemos las palabras del poeta: “La vida sin esperanza, carece de sentido”

¡Hoy hay que celebrar! y celebrar porque cada uno de nosotros sigue creyendo que educar y educar ambientalmente es una forma de vida, un motivo para nuestra existencia, el cual nos permite crecer, nos permite dejar en cada palabra, en cada acción, en cada detalle y en cada mirada, …. algo de nosotros.

Ser educadores ambientales no es nada fácil, nos enfrentamos también a voces estridentes, a percepciones negativas, a conocimientos equivocados, a desesperanzas, a necedades y cerrazones, las cuales provocan una profunda apatía y desconfianza en el fututo, y sepultan con ello, la posibilidad de que las cosas sean mejor y las vivamos mejor. Muchos nos siguen preguntando y se siguen preguntando ¿por qué permanecemos aquí… como educadores ambientales? Pero nuestra estancia tiene una profunda dosis de sencillez, tal como lo profesa el gran escritor y filósofo francés Blaise Pascal: “El corazón tiene razones… que la razón no entiende”.

Deseo cerrar mi intervención con un relato que leí en la presentación que hice en el homenaje a Carlos Monsiváis, el cual adquiere enorme sentido en esta importante celebración.

Imagínense  ustedes —hombre-mujer—, que formaron una familia, con sus hijos, sus hijas… pero que en un momento se encuentran con una salud delicada, su familia se reúne para estar ustedes y se acerca su nieta más pequeña, esa que es la luz de sus ojos y le dice: Abuelo-abuela…
¿Qué hiciste a lo largo de tu vida…. para que este mundo fuera mejor?


Muchas gracias.

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